Adultos
Tratamiento para adultos
¿Qué es la terapia psicológica para adultos?
La terapia psicológica para adultos es un tratamiento que incluye varios métodos y herramientas para evaluar, diagnosticar y tratar problemas emocionales, conductuales o psicológicos.
Un psicólogo sanitario especializado en la terapia psicológica de adultos se enfoca en ayudar a los pacientes a utilizar técnicas especializadas, basadas en las dos grandes corrientes de la psicología, el método cognitivo-conductual y las terapias novedosas de tercera generación, como aceptación y compromiso, mindfulness o EMDR entre otras, para los problemas que caracterizan esta etapa de la vida. Los objetivos de la terapia psicológica para adultos son mejorar la adaptación de una persona al entorno, desarrollar una salud mental y física positiva, mejorar el bienestar y aumentar la felicidad y la calidad de vida. En nuestro centro utilizamos un método práctico, rápido y duradero en el tiempo centrándonos en tus objetivos y yendo hacia ellos. Nuestro objetivo es materializar los tuyos.
¿Cómo funciona la terapia psicológica para adultos?
La terapia psicológica para adultos suele funcionar asistiendo a sesiones semanales con un psicólogo, que dependiendo del problema y de la evolución del paciente espaciará a sesiones quincenales o mensuales hasta acabar dando el alta terapéutica. Cada sesión de terapia psicológica para adultos dura unos 60 minutos. Las sesiones de terapia psicológica para adultos se pueden realizar en persona en nuestro centro de Alicante de psicología y sexología, o con nuestros psicólogos de manera online en cualquier parte del mundo.
La primera sesión es donde contamos y analizamos el problema en profundidad y el psicólogo especialista mediante su criterio y algunas pruebas diagnósticas, nos comentará qué nos pasa de manera comprensible y, sobre todo, cómo lo vamos a solucionar, mostrándote y consensuando contigo el plan de tratamiento y la duración. A partir de entonces, las sesiones se centrarán en darte técnicas y estrategias prácticas que puedas utilizar día a día, generando un hábito que se mantenga en el tiempo, lo que hace el tratamiento más rápido y eficaz.
La terapia psicológica para adultos se enfoca en atender los trastornos psicológicos característicos de esta etapa del desarrollo. Los más comunes son: Tristeza profunda, estrés, pérdida de interés en las actividades, aislamiento social, fracaso emocional, dificultad para dormir, dificultad para concentrarse, preocupación excesiva, pensamiento negativo, comportamiento de riesgo, insatisfacción, relaciones conflictivas, celos, expresiones violentas, adicciones, etc.
¿Para qué realizar terapia psicológica en adultos?
- Mejora la calidad de vida.
- Incrementa el bienestar.
- Construye salud mental.
- Desarrolla inteligencia emocional.
- Incrementa las habilidades.
- Minimiza el malestar emocional.
- Desarrolla pensamiento positivo.
¿Qué hacer para ser atendido por el mejor profesional para mi problema?
Para recibir la mejor terapia psicológica para adultos puedes rellenar nuestro formulario web o contactar por WhatsApp, contando las características básicas de tu problema de forma gratuita y totalmente confidencial, para que el centro pueda asignarte al mejor profesional y ya desde la primera sesión estés en las mejores manos.
Si tienes dudas respecto a si tu problema puede tratarse de manera online, no te preocupes, nosotros te aconsejaremos la mejor opción de tratamiento, basándonos en los muchos pacientes que hemos ayudado.
Así que no lo dudes, EMPIEZA EL CAMBIO
Ansiedad
La ansiedad es una emoción que se genera a partir de pensamientos o creencias difíciles de controlar, por lo que te hacen sentir tenso, nervioso e inquieto para realizar cualquier tarea de la vida diaria.
Al principio, solo empieza como una molestia, una sensación incómoda pero manejable, sin tratamiento es difícil que desaparezca y suele emporar con el tiempo, aumentando los síntomas físicos como; taquicardia, dolores musculares o punzantes, mareos, falta de aire o hiperventilación, presión en el pecho o en el bazo. La gravedad en aumento hace que finalmente se produzcan cambios en el comportamiento, como dejar de hacer actividades cotidianas que antes se solía hacer, convirtiéndose en un trastorno.
¿Cuáles son los tipos de trastornos de ansiedad más comunes?
Trastorno de ansiedad generaliza. Es una ansiedad constante ya que aparece ante los problemas comunes de la vida cotidiana; responsabilidades, trabajo, familia, dinero, salud…A estas personas casi todo les genera ansiedad. Es como si su mente estuviera anticipando constantemente los problemas o amenazas, posibles o no, que pudieran ocurrirles en la vida o el repaso constante de situaciones o decisiones pasadas para comprobar que todo está bajo control. El diálogo interno sería ese ¿Y si…tengo una enfermedad, o un accidente? ¿Y si… a mi pareja no le gusto la sorpresa del otro día?
Trastorno de pánico. La ansiedad en este trastorno es completamente desbordante, se producen constantes ataque de pánico, la sensación es parecida a infarto, taquicardia, dolores musculares o punzantes, mareos, falta de aire o hiperventilación, presión en el pecho o en el bazo, suele durar entre 20 y 30 minutos, y viene acompañado de pensamientos de muerte inminente. En muchas de las ocasiones, se produce un primer ataque de pánico ante una circunstancia puntual y determinada, pero la persona empieza a temer tener más, provocando con sus pensamientos los siguientes, y va dejando de realizar cada vez más actividades, pidiendo estar acompañada en la mayoría de las ocasiones por si vuelve a pasar.
Fobias o miedos desproporcionados. Esa sensación de ansiedad, miedo y/o paralización ante algo que representa poco o ningún peligro real para la supervivencia. Algunos de los más comunes son: animales, conducir o volar, inyecciones o sangre o la fobia o ansiedad social (miedo a ser evaluado negativamente por los demás).
Hipocondría. Las personas con este trastorno de ansiedad están constantemente preocupadas por su salud y ven cualquier cambio en su estado físico como potencialmente dramático. De hecho, tienen miedo de contraer alguna enfermedad grave. La mayoría de estos pacientes tienen que acudir al médico para realizarse pruebas y exploraciones que les confirme que no les pasa nada, sirviendo como un alivio temporal para su sensación de ansiedad, pero no durante un tiempo duradero.
¿En qué me puede ayudar la terapia psicológica en un trastorno de ansiedad?
Conocer cómo funciona y qué viene a decirme mi ansiedad. Saber que la ansiedad es una emoción que viene a comunicar un mensaje, ¿Cuál?
Gestionar mis pensamientos catastrofistas y modificarlos por otros más adaptativos y realistas que reduzcan mi ansiedad.
Aumentar las técnicas de gestión de las emociones, entre ellas, la ansiedad. Creando estrategias y conductas que reduzcan el malestar.
Volver a recuperar el control de mi vida. Con pequeños pasos y dirigiéndonos hacia la meta, se volverá a realizar aquello que he dejado de hacer o que no he empezado a hacer por ese miedo o ansiedad.
Aumentar mi autoestima. Creer más en mí, me ayudará a gestionarme mejor e involucrarme en nuevos retos, ya que me sentiré capaz de enfrentarlos y mi ansiedad no me frenará.
Depresión
La depresión es una alteración en el estado de ánimo que provoca una visión pesimista sobre sí mismo, el mundo y el futuro. Se crea una visión totalmente distorsionada sobre la vida, y muy diferente a como la persona la veía antes. Por lo tanto, cambia su forma de comportarse, alejándose cada vez más de aquello que le hacía feliz. La depresión, va entrando poco a poco hasta que acabas aislado e inmovilizado.
Muchas veces, la palabra depresión se confunde con la tristeza, pero esto es solo un síntoma. La depresión es un trastorno que puede englobar todo esto:
- Tristeza y pesimismo. Este es el eje central, esa visión de que todo está mal y no tiene solución, es uno de los síntomas clave del trastorno de depresión.
- Anhedonia o incapacidad de disfrutar o sentir interés por las cosas. Ya no se disfruta igual de las quedadas familiares o hobbies y no hay nada que despierte la ilusión. Es como si la depresión hubiese puesto una nube negra que no nos deja ver más allá.
- Apatía. La depresión nos impide o nos hace realizar las tareas u obligaciones como una carga suprema, con desgana y con esa sensación de “no puedo más”.
- Cansancio y fatiga. Notar que ya te levantas cansado y con cualquier actividad cotidiana que antes no te suponía ningún esfuerzo, te agota y necesitas descansar durante un buen rato.
- Problemas de sueño. La depresión puede cursar con varios problemas como insomnio, dificultad para conciliar el sueño, despertares durante la noche o despertares tempranos. También, puede darse hipersomnia, es decir, dormir excesivamente con la finalidad de no pensar.
- Alteraciones del apetito. Normalmente la persona deja de comer, y empieza a alimentarse solo con productos dulces o aumenta la ingesta exageradamente de alimentos.
- Falta de concentración y memoria. Vivir constantemente prestando atención a los pensamientos negativos, hace que se deje de prestar atención al mundo exterior, donde se producen despistes que provocan que no te acuerdes de las cosas, muchas personas achacan a la depresión pérdida de memoria, pero realmente es un fallo atencional.
- Preocupación excesiva. Pensamientos que irrumpen una y otra vez sobre problemas que en otros momentos no hubiesen importado tanto. La depresión hace que entres en un bucle del que no puedes salir.
- Inseguridad e incapacidad de tomar decisiones. Esa desconfianza hacia sí mismo y el futuro hace que la persona se bloqueé y no tome ninguna decisión, el pensamiento es “total, ¿para qué? Si va a salir mal”.
- Aislamiento social. La pérdida del disfrute cuando quedo con los demás, la vergüenza o las tabués que rodean a la depresión, no querer ser una carga para el resto… hace que se aíslen para no sentir más ansiedad y culpabilidad.
- Bajo deseo sexual. Se ve afectada la capacidad de deseo y excitación, por lo que en el caso de los hombres no suele haber erección ni eyaculación, y en las mujeres no se produce el orgasmo.
- Deseos de muerte. Durante la depresión pueden existir desde ideas de “desaparecer”, hasta ideas suicidas completamente elaboradas. Sean cuál sean, si es tu situación o la de algún conocido debes acudir inmediatamente a un psicólogo.
¿EN QUÉ PUEDE AYUDARME IR A TERAPIA PSICOLÓGICA PARA SALIR DE LA DEPRESIÓN?
Señalar aquellos problemas de la vida que están contribuyendo a la depresión y destacar qué aspectos pueden ser resueltos o mejorados, con pequeñas metas dirigiéndonos hacia el futuro.
Modificar conductas desadaptativas que puedan estar influyendo en el aumento de los síntomas de la depresión.
Identificar patrones de pensamiento negativos o distorsionados que aumentan los sentimientos de desesperanza, desilusión e indefensión que acompañan a la depresión, para cambiarlos por otros más adaptativos y más realistas.
Recuperar el control y placer de la vida. Volver a encontrar la motivación, disfrutar de las cosas y encontrar el propio sentido de la vida.
Aumentar la autoestima. Conocerse, saber cómo cuidarse, volver a conectar con uno mismo, respetarse y quererse, es uno de los pilares para salir de la depresión.
Adicción
La adicción se basa en un trastorno que intenta aliviar el estrés mediante el consumo o uso de algunas sustancias o conductas. Realizar este consumo es para la persona con adicción muy difícil de controlar, les cuesta abstenerse porque hay un deseo muy alto de consumir y esto les lleva a minimizar los problemas que les está generando esa conducta de adicción, como problemas con su familia, amigos, trabajo o estudios, aficiones o en su control emocional, llevando a su vida a un estado disfuncional del que es difícil salir.
Las adicciones más comunes son:
- Adicción al alcohol.
- Adicción a las drogas.
- Adicción a las nuevas tecnologías.
- Adicción al móvil y redes sociales.
- Adicción al juego o ludopatía.
- Adicción al sexo.
Son muchos los síntomas que puede presentar una persona con problema de adicción, los más destacados son:
- La pérdida de control del uso. Es el síntoma más destacado realizando conductas impulsivas de alto riesgo.
- Estado de ánimo depresivo y deterioro de la calidad de vida. Las personas con adicción muchas veces se sienten “a parte” de la vida. Todo su tiempo se centra en realizar o planear su conducta de adicción y pierden interés en sus hobbies, estudios o trabajos, amigos o familiares, sintiéndose cada vez más solos y tristes.
- Irritabilidad, ansiedad e insomnio. Con la conducta de adicción se activa el sistema nervioso central, es decir, tu cerebro pide más de eso que le satisface, y si no se lo das o hay periodos sin ellos, genera ansiedad e irritabilidad, provocando problemas de insomnio, incluso, es lo que se conoce como síndrome de abstinencia.
- Negación o autoengaño vs culpabilidad. En algunas ocasiones tiene una falsa sensación de control, donde cree que maneja la adicción a su antojo y minimiza las consecuencias de su conducta problemática, sin embargo, en algunas ocasiones si son conscientes y empiezan los sentimientos de culpa por no poder dejarlo.
- Obsesión o preocupación excesiva. Prácticamente todo su tiempo, todos sus pensamientos y el resto de sus conductas se basan en poder mantener su adicción.
- Problemas sociales. Para poder mantener la adicción muchas veces mienten o se aíslan de su círculo social.
¿En qué puede ayudarte la terapia psicológica en tu adicción?
- Señalar aquellos problemas de la vida que están contribuyendo a la adicción y destacar qué aspectos pueden ser resueltos o mejorados, con pequeñas metas dirigiéndonos hacia el futuro.
- Modificar conductas desadaptativas que puedan estar influyendo en el aumento de los síntomas de la adicción y generar hábitos saludables.
- Identificar patrones de pensamiento negativos o distorsionados que perjudican a la gestión emocional y gestión del estrés, para cambiarlos por otros más adaptativos y más realistas.
- Generar planes de acción para superar la abstinencia. Darte estrategias claras que podemos hacer cuando aparece esa ansiedad al dejar la adicción.
- Recuperar el control y placer de la vida. Volver a encontrar la motivación, disfrutar de las cosas y encontrar el propio sentido de la vida en otras cosas no relacionadas con la adicción.
- Recuperar o crear rutinas. Puede ayudar a la gestión emocional y a comprometernos con el proceso.
- Aumentar la autoestima. Conocerse, saber cómo cuidarse, volver a conectar con uno mismo, respetarse y quererse, es uno de los pilares para verse capaz de salir de una adicción.
- Restablecer relaciones sanas. Puede ayudarte a trabajar la comunicación para aprender a decir que no, aumentar el autocontrol y saber pedir ayuda a mi círculo social.
- Prevención de recaídas. Identificar situaciones problemáticas que me puedan llevar a la recaída de la adicción y entrenar mis habilidades de afrontamiento.
Trastornos de alimentación
Los trastornos de alimentación se caracterizan por alteraciones graves de la conducta alimentaria. En muchas ocasiones la gente se preocupa por su peso o apariencia, pero en los trastornos de alimentación esa preocupación va mucho más allá, se obsesionan con su apariencia corporal, con bajar de peso y con controlar los alimentos que consumen.
Los trastornos de alimentación pueden afectar a la salud mental, con problemas de autolesiones, depresión o ideas suicidas, y también a la salud física, con problemas hormonales, fallo orgánico e incluso la muerte. Algunos de los trastornos de alimentación más comunes son:
- Anorexia nerviosa. Las personas que la padecen evitan comer o comen porciones muy reducidas y excluyen algunos alimentos de su dieta. Se pesan constantemente para comprobar que no han engordado, pues temen hacerlo pese a que en la mayoría de ocasiones su peso se encuentre por debajo del peso normal. Tienen una imagen corporal distorsionada, viéndose a ellas mismas con sobrepeso.
- Bulimia nerviosa. Este trastorno de alimentación se caracteriza por episodios frecuentes en los que se ingieren grandes cantidades de comida inusuales en la dieta de estas personas. Sienten que pierden el control y le siguen sentimientos de culpabilidad que les llevan a realizar comportamientos compensatorios para eliminar el exceso del atracón, como vómitos forzados, uso no medico de laxantes o diuréticos, ejercicio de forma excesiva, o una combinación de todos. Es más difícil de detectar desde fuera, ya que las pacientes con este trastorno de alimentación suelen encontrarse en un peso saludable o tener exceso de peso.
- Trastorno por atracón. En este trastorno de alimentación las personas pierden el control de forma recurrente sobre la cantidad que ingieren en una misma comida, pero no tienen conductas compensatorias, por lo que a menudo estas personas tienen exceso de peso. Normalmente son personas que intentan dietas estrictas no sostenibles, además de una mala gestión emocional, pues se sienten muy culpables y fracasados por no poder perder peso.
- Trastorno por evitación y restricción de la ingesta de alimentos. Estas personas sufren un trastorno de alimentación selectiva, pues ponen límites a la cantidad o al tipo de alimentos que comen, pero no tienen una imagen corporal distorsionada ni miedo a engordar, pero, aun así, sus restricciones les llevan a no tomar las suficientes calorías para mantener su cuerpo con las funciones básicas.
¿Cómo puede ayudarme la terapia psicológica en mi trastorno de alimentación?
- Reconocer la enfermedad, coger conciencia de ella y saber qué mecanismos me están haciendo mantener este trastorno de alimentación.
- Reducir o eliminar la ansiedad frente a la comida y al peso, normalizando la ingesta y los hábitos de alimentación y eliminando las conductas compensatorias.
- Modificar aquellos pensamientos o ideas irracionales en relación con la comida, la imagen corporal y el peso que me genera mi trastorno de alimentación, por pensamientos más realistas.
- Mejorar la calidad de vida, aumentando la confianza y la motivación en otras actividades no relacionadas con el trastorno de alimentación y aumentando la capacidad para resolver problemas.
- Aumentar mi autoestima y no basarla solamente en mi imagen.
- Mejorar mis habilidades sociales, para saber pedir ayuda o decir que no y resolver conflictos que se hayan generado antes o durante el trastorno de alimentación.
- Eliminar otras conductas patológicas que se hayan desarrollado debido al trastorno de alimentación, como ideas suicidas, autolesiones, depresión…)
- Prevenir recaídas, es decir, analizar qué puntos pueden llevarme a recaer en mi trastorno de alimentación y generar planes de acción para reducir ese riesgo.
Además, en nuestro centro, podrás tener un tratamiento integral y multidisciplinar para tu trastorno de alimentación, pues contamos con el servicio de nutrición, para ayudarte a reeducarte en hábitos alimenticios y el servicio de psiquiatría si fuera necesario.
Trastornos de personalidad
El trastorno de personalidad se basa en tener un patrón de pensamientos, emociones y conductas desadaptativas y poco saludables. Las personas que sufren un trastorno de personalidad no consiguen relacionarse con las situaciones y las personas de forma correcta, lo que acaba generando limitaciones y conflictos en su vida social, familiar, laboral o estudiantil.
Las personas que sufren un trastorno de personalidad no se dan cuenta de estos pensamiento y conductas desadaptativas, pues es su forma de ser de siempre, les parece una cosa natural, suelen tener inicio en la adolescencia o adultez temprana, y es posible que culpen a los demás o a las circunstancias de los problemas que tienen.
Existen muchos tipos de trastornos de la personalidad, con unas características marcadas, aunque no hay que poseer todas ellas para tener un trastorno de personalidad. Los más comunes son:
TIPO A
- Trastorno de la personalidad paranoide: Suele ser una persona desconfiada, que considera que los motivos de los demás son malos, teniendo la creencia injustificada de que intentan dañarle o mentirle. Cree que, si da información sobre su vida, los demás la utilizaran en su contra y malinterpreta comentarios o situaciones creyendo que son ataques hacia su persona. Por lo que las personas con este trastorno de personalidad suelen tener reacciones hostiles, furiosas o rencorosas.
- Trastorno de la personalidad esquizoide: Suele existir una falta de interés por las relaciones sociales, por lo que prefieren la soledad. No tienen mucha soltura en identificar y expresar emociones, por lo que también les cuesta identificar las señales sociales básicas, su interés por el sexo es nulo e incluso les cuesta disfrutar de las actividades agradables.
- Trastorno de la personalidad esquizotípico: Suelen ser personas extravagantes en su forma de vestir, pensar o de actuar. Sienten experiencias perceptivas extrañas, como intuiciones que siguen de manera férrea y que son mensajes para ellos. Hay una expresión emocional baja o inadecuada, que hace que se comporten con los demás de forma indiferente, inadecuada o suspicaz, muchas veces las personas con este trastorno de personalidad sufren de ansiedad social o falta de relaciones cercanas.
TIPO B
- Trastorno de la personalidad antisocial: Suelen ser personas con poca empatía que sienten indiferencia ante las necesidades o sentimientos ajenos, por lo que tiene un comportamiento impulsivo y agresivo para conseguir lo que quieren pisando los derechos o sentimientos de los demás. Suelen tener problemas legales recurrentes como robos o estafas, pues se mueven bien en la mentira y la violencia, y no existe remordimiento por sus actos.
- Trastorno de personalidad límite: Son personas inestables, con cambios del estado de ánimo bruscos e intensos, a menudo como reacción al estrés que pueden sufrir en sus relaciones sociales, pues sientes mucho miedo a quedarse solos o ser abandonados, por lo que tienen ataques de ira cuando creen que esto ocurre, que puede llevarle a tener conductas impulsivas y peligrosas como conductas suicidas o autolesión, atracones de comida, relaciones sexuales de riesgo o gasto compulsivo. Tienen una autoestima muy frágil y sienten una gran sensación de vacío interno.
- Trastorno de personalidad histriónico: A este tipo de personas les gusta ser el centro de atención, es extremadamente provocativo en el plano sexual, se preocupa demasiado por su imagen física, tienen emociones u opiniones poco profundas que pueden cambiar rápido y ser influenciadas para ser aceptado y caer bien a los demás, pues sobreestiman las relaciones y creen que son más cercanas de lo que realmente son.
- Trastorno de personalidad narcisista: Son personas arrogantes, creen que son personas especiales e importantes, más que el resto, suelen fantasear con el éxito, el poder y la atracción que ellos despiertan, incluso pueden llegar a exagerar sus logros, esperando la admiración o elogios de los demás y con la intención de que el resto sienta envidia hacía ellos y no al revés, por lo que minimizan los logros de los demás. Prefieren hablar de ellos mismos, pues son incapaces de reconocer o les da igual las necesidades o sentimientos del otro, y creen que merecen favores de los demás, aprovechándose de ellos.
TIPO C
- Trastorno de la personalidad por evitación: Son personas con la autoestima muy baja, se creen inferiores o inadecuados y son muy sensibles a las críticas o al rechazo. Por lo que suelen actuar con timidez en las relaciones sociales o llegar a evitar en contacto interpersonal, no acudiendo a actividades laborales o eventos sociales, pues piensan que van a ser desaprobados o van a hacer el ridículo.
- Trastorno de la personalidad dependiente: Suelen sentir la necesidad de que alguien les cuide por una falta de confianza en sí mismos, necesitan que otros les aconsejen y les validen para poder tomar decisiones de poca importancia, porque se ven incapces de cuidarse o defenderse solos y no inician proyectos por este motivo, siempre tienen que estar supervisados por alguien, comportándose de forma sumisa o apegada a los demás, aunque esto signifique recibir un trato abusivo o no expresar su desacuerdo. Suelen ser personas con una necesidad urgente de encadenar relaciones.
- Trastorno de la personalidad obsesivo-compulsiva: Son personas con una preocupación extrema por el orden, los detalles y las normas. Son muy autoexigentes con ellos mismos y con las situaciones que les rodean, necesitan la perfección y por tanto no delegan sus tareas, por lo que tienen muchas y con un excesivo compromiso que les lleva a negarse a hacer actividades placenteras. Les cuesta deshacerse de cosas rotas, siguen un estricto régimen moral y controlan mucho su presupuesto.
¿Cómo puede ayudarme la terapia psicológica si tengo un trastorno de la personalidad?
- Ser consciente del trastorno de personalidad que tengo, y ayudarme a identificar que limitaciones me esta generando.
- Trabajar en los pensamientos o creencias irracionales que me están generando un malestar, por otros más realistas y adaptativos.
- Gestionar mejor mis emociones, auto controlando mis impulsos y ayudándome a reconocerlas y expresarlas de manera correcta.
- A mantener una autoestima saludable y realista.
- Resolver mis conflictos o problemas vitales desde una perspectiva saludable.
- Mejorar las relaciones sociales y darme habilidades de comunicación, para tener un apoyo social bueno.
- Resolver situaciones traumáticas que me han podido llevar a generar este trastorno de personalidad.
Además, en este centro, contamos con el servicio de psiquiatría, para poder llevar una tratamiento integral y combinado, que nos ayude a una recuperación más completa y rápida, en caso de que fuese necesario.
Duelo
El proceso psicológico que se produce después de una pérdida, una muerte, una ausencia o abandono, es el duelo. Es un proceso diferente en cada persona que lo vive, aunque las emociones o estados físicos comunes son: confusión, shock emocional, tristeza, ansiedad, culpa o miedo.
Siempre se asocia el duelo a la muerte, pero en general, hablamos de duelo cuando en la vida ocurre una experiencia de interrupción definitiva, como puede ser la pérdida de un trabajo, de alguna funcionalidad corporal o una ruptura, entre otras. La experiencia de enfrentarse a esa pérdida o ausencia es lo que se conoce como elaborar un duelo, es decir, se crea la necesidad de adaptarnos a la nueva situación. Por lo que, es un proceso, nos lleva un tiempo poder cicatrizar esa herida abierta. Normalmente, en el proceso de duelo, los profesionales han diferenciado varias fases a superar, aunque no tienen por qué aparecer todas en tu proceso de duelo, ni en ese orden.
- Negación: No creer que está pasando este momento tan doloroso, suele ser la primera reacción, pues no estamos preparados para asumirlo. El impacto de la noticia es tan invasivo que dejamos de prestar atención a la realidad y nos centramos en nuestras propias creencias, puede ser que ni siquiera nos permitamos sentir porque “no puede ser verdad”. Es un mecanismo de defensa que utiliza el cerebro durante el proceso de duelo para darnos una tregua. La negación puede ser o de la situación, no aceptándola o del dolor, donde aceptas muy rápidamente la crudeza de la realidad para no sentirlo.
- Ira: Esa sensación de injusticia o enfado es necesario a nivel de supervivencia, pues nos impulsa a movernos cuando estamos en el fondo con la intención de salir a la superficie, por lo que es muy importante reconocerla y aceptarla para que no se quede escondida y nos acabe machacando o dejándonos inmóviles en el duelo.
- Negociación: En esta etapa se fantasea con la idea de cambiar la situación, se puede llegar a pactos, con cualquier persona o con lo que sea necesario para revertir la situación. Es la etapa de pensar soluciones, suele ser la más breve en el proceso de duelo porque es agotador estar pensando todo el día en esto.
- Depresión: En esta etapa del duelo, existe una incertidumbre hacia el futuro, una sensación de vacío y un profundo dolor, entramos en modo depresivo donde cada tarea se vuelve complicada y la idea del mundo te parece muy negativa y sobretodo muy estable, podemos escuchar frases como “no seré feliz nunca sin esto” o “no encontrare a nadie igual”. Pero, aunque pueda parecer que esta situación es permanente, no va a durar siempre, esta tristeza nos hace centrarnos en nosotros mismos, nuestros valores y lo que deseamos, para poder reconstruirnos.
- Aceptación: El proceso de duelo acabaría en esta fase. Puede resultar muy doloroso aceptar que no hay vuelta atrás y has perdido, pero una vez llegas a este punto, sabes que la aceptación es el único camino para no quedarte en esa tristeza permanente. Se trata de aceptar que se puede vivir con ello, que la perdida forma parte de la vida y que podemos encontrar maneras de sentirnos mejor con todo esto.
Este es un proceso de duelo normalizado, que todos hemos pasado alguna vez, se puede requerir ayuda psicológica para realizar este acompañamiento y sentirte escuchado y tranquilo. Pero otras muchas veces, la ayuda psicológica se necesita porque ese duelo se vuelve patológico, es decir, después de un tiempo considerable la persona se ha quedado estancada en alguna de las fases anteriores y esto de pie a problemas emocionales e incluso trastornos psicológicos.
¿Cómo puede ayudarme la terapia psicológica a superar mi proceso de duelo?
- Facilitar la expresión de emociones acompañando a los sentimientos de perdida.
- Trabajar en pensamientos y emociones desadaptativas de culpa que puedan entorpecer mi proceso de duelo.
- Realizar rituales que ayuden a elaborar el proceso de duelo.
- Aumentar mi resiliencia y mis habilidades de afrontamiento ante la pérdida, frustración y sufrimiento.
- Trabajar la aceptación, generando planes de acción que me ayuden a sentirme mejor.
- Aprender cual es la forma correcta para ayudar a los niños a afrontar el proceso de duelo.
Trauma
El trauma es una respuesta psicológica a una situación que el individuo siente como altamente estresante, amenazante y perjudicial, y puede generar síntomas físicos y emocionales.
Una persona con un trauma puede sentir emociones distintas tanto en el momento del evento, como a largo plazo. Los sentimientos que suelen aparecer son indefensión, conmoción, ansiedad, irritabilidad, depresión, miedo, culpa o vergüenza o indiferencia emocional y suelen ser difícil de procesar. El trauma también causa síntomas físicos, como problemas psicosomáticos, contracturas y tensión, temblores, insomnio, pesadillas, dolores, pérdidas de memoria, atención o concentración.
Si este trauma tiene efectos prolongados en la vida del individuo, y persisten en la misma gravedad, se puede decir que el trauma ha pasado a ser un trastorno de estrés postraumático (TEPT). Que sería una modalidad más grave que cursa con ansiedad severa, flashbacks o escenas retrospectivas y recuerdos constantes del evento, que imposibilitan llevar una vida normalizada.
Existen muchas situaciones que pueden ser causa de un trauma, como el acoso, el abuso, las agresiones sexuales, los accidentes de tráfico, dar a luz, enfermedades graves, pérdidas importantes en la vida de una persona, desastres naturales, actos violentos. Las causas de un trauma pueden ser muy variadas, ya que depende de que le parezca estresante al individuo y de los recursos que disponga en ese momento vital.
Por este motivo, los niños son especialmente vulnerables a los traumas, puesto que su cerebro no está desarrollado del todo, no disponen de muchos recursos emocionales y les puede parecer estresante o amenazante muchas más cosas. Como resultado, el trauma, interfiere en su desarrollo emocional y comportamiento a largo plazo, muchas veces esa sensación de miedo y constante alerta llega hasta la edad adulta, y se traslada a una ansiedad o tristeza constante que no sé muy bien porque aparece, mucho miedo al abandono, a hacer el ridículo o al rechazo, o a una concepción muy negativa de sí mismo.
Los traumas pueden ser experiencias vividas en primera persona (agudos, un solo evento traumático o crónico o complejo, donde hay más eventos traumáticos y además recurrentes) o incluso secundario, o trauma vicario, donde la persona desarrolla los síntomas por el contacto con alguna persona que haya vivido una experiencia traumática.
Las experiencias de trauma se basan en una especie de cortocircuito emocional, es decir, mi cerebro no procesa bien esa información porque resulta muy doloroso y no tenemos las herramientas para lidiar con ese evento, por lo tanto, mi cerebro desconecta la parte racional de mi cabeza, aunque sigue activa esa parte emocional, que luego se revive. A veces, la desconexión es tan grande que se borra el recuerdo de la memoria consciente, aunque la parte emocional no desaparece. Por esto, en nuestra clínica, trabajamos con la técnica más novedosa y efectiva para los traumas, que trabaja con esa parte escondida y emocional, la técnica de EMDR, que estimula alternativamente los dos hemisferios del cerebro, logrando que le des un significado a lo que ha ocurrido y desbloquees esas experiencias emocionales para luego estimular una integración más racional del trauma. A parte de combinarlo con las técnicas base de nuestro centro, la terapia cognitivo-conductual y la terapia de aceptación y compromiso.
¿Cómo me puede ayudar la terapia psicológica a superar un trauma?
- Superar el trauma y tomar el control de mi vida.
- Reconocer mis heridas y saber cómo sanarlas.
- Crear nuevos recursos de afrontamiento que me ayuden a gestionar próximos eventos estresantes.
- Gestionar mejor mi parte emocional y mi parte racional.
- Aumentar mi resiliencia.
- Adoptar otras creencias más adaptativas que me ayuden a confiar en mí y mis capacidades y en el mundo o las personas.
Autoestima
La autoestima es la capacidad de conocernos, respetarnos y querernos a nosotros mismos. Por circunstancias vitales dolorosas muchas personas pierden o no llegan a desarrollar esta habilidad indispensable. La autoestima baja genera pensamientos, emociones y conductas que nos alejan de nuestros objetivos, nos bloquean y nos hacen sentir mal. Una persona con baja autoestima siempre vive ansioso, preocupado, triste, pues siempre hay algo con lo que machacarse. Es muy incómodo vivir así. Algunos síntomas que pueden hacerte encender la alarma y pedir ayuda son:
- Sentir que no soy capaz de hacer algunas cosas: las personas con baja autoestima tienen la sensación de no ser suficiente o compararme constantemente con los demás y sentirme inferior.
- Dificultad para hablar en un grupo de gente: Pensar siempre que lo que voy a decir es una tontería, o que voy a hacer el ridículo y elegir permanecer en silencio o directamente evitar ir para no seguir dañando su autoestima.
- Intentar complacer en exceso: No saber expresar las necesidades y aceptar favores o peticiones de otros, aunque no lo quiera o pueda hacer. Realizar conductas que nadie me ha pedido con la intención de ser aceptada y querida. Las personas con baja autoestima suelen ser personas pasivas y sumisas.
- Pensamientos intrusivos negativos: Aparecen en la mente imágenes o pensamientos anticipados de que voy a realizar mal cualquier cosa, o pasados, donde me he equivocado y le doy mil vueltas a cómo lo podría haber hecho mejor, machacando a un más la autoestima.
- Autoexigencia y perfeccionismo: Necesitar estar demostrando que soy bueno en algo, y cuando lo he conseguido no le doy la importancia que tiene y si existe un mínimo fallo, acapara toda la atención y todo lo demás me deja de importa. Es imposible mantener una buena autoestima si nos exigimos la perfección.
- Hipersensibilidad a las críticas: El verse inferior a los demás hace que cualquier comentario sea interpretado como una amenaza a la ya frágil autoestima que demuestra que los demás piensan igual de mal que yo pienso de mí, esto puede llevar a conductas de ira desproporcionadas, en especial con la familia o personas de más confianza.
- Comparación contante e injusta con los demás: Solo me comparó con personas que son mejores que yo en tal cosa, atribuyendo a que yo estoy en peor situación por una característica de mi personalidad negativa, reforzando así aún más mi baja.
En definitiva, tener este tipo de autoestima, me lleva a tener una mala visión de mí mismo y mi vida, sentir ansiedad ante cualquier reto e incluso querer evitarlo y no aceptar las críticas de una manera correcta.
¿Cómo me puede ayudar la terapia psicológica a mejorar mi autoestima?
Aprender a identificar y modificar pensamientos irracionales que nos hacen daño. Cambiar pensamientos limitantes como el “no puedo” o “todo me sale mal” de las personas con baja autoestima.
- Autocompasión: Aprender a hacerme críticas constructivas y hablarme con el respeto que merezco por ser persona y no entrar en un bucle de automachaque que dañe mi autoestima.
- Poner metas realistas: Entender que somos humanos y no poder exigirnos el nivel máximo cada día, no entrar en comparaciones constantes con los demás, marcar nuestros propios objetivos. Empezar a hacerlo y mejorar nuestra autoestima cada día.
- Autocuidado: Saber dónde están nuestros límites, cuál es la mejor forma de cuidarnos y cómo lo vamos a llevar a cabo para que no se vea afectada mi autoestima.
- Decir que no: Aprender a reconocer nuestras necesidades y saber expresarlas a los demás con las técnicas de comunicación adecuadas. No acceder a peticiones que no quiero o no puedo hacer por complacer a los demás.
- Valorar tus cualidades y logros: y aprender a aceptar tus defectos. Fortalecer las conexiones cerebrales sobre aquello que soy, para poder recordarlo, celebrarlo y darle la importancia que tiene y poder reforzar mi autoestima. A su vez, conocer mis debilidades para aceptarlas.
Dependencia emocional
La dependencia emocional es un vínculo excesivo con otra persona, normalmente esto ocurre con la pareja, pero también puede darse con una figura importante, como con la familia o un grupo de amigos. La dependencia emocional, es muy común, son muchas las personas que acuden a nuestra consulta en Alicante para solicitar ayuda. La dependencia emocional es un apego desadaptativo, que genera la necesidad de que esa persona reniegue de dirigir su vida y le dé a los demás la asunción de responsabilidades de las principales áreas de su vida, tienen dificultades para tomar decisiones por sí mismo e incluso pueden sentir temor a expresar su opinión por si la otra persona se enfada y se va, las personas con dependencia emocional creen no saber cuidarse solos y tienen un miedo desproporcionado a ser abandonados.
Cuando se habla de dependencia emocional, se habla de una necesidad exagerada de recibir atención del otro, tanto que puede llegar a limitar la libertad, puesto que necesitas del otro de manera constante. Es como una “adicción muy fuerte hacia esa persona” y da igual que tengas que hacer o aguantar para mantener esa relación. Por tanto, las personas con dependencia emocional suelen tener relaciones tóxicas o pocos sanas. A las personas con dependencia emocional, no les gusta estar solas, por tanto, aunque haya problemas en la relación, prefieren quedarse en ella, aun sabiendo que no son felices o que están aguantando cosas que no deberían pisando su dignidad. Además, estos perfiles suelen fijarse en personas muy seguras de sí mismas, narcisistas, manipuladoras y poco empáticas, porque son las que dan las ordenes y se sienten más cómodos en esta situación. Y pese a que la relación haga mucho daño, no son capaces de salir de ahí, porque la persona con dependencia emocional “se siente enganchada”. Para justificarse utilizan estas tres excusas:
«Nunca voy a encontrar a nadie como él/ella»
«Va a cambiar»
«Cuando lo dejemos, seguro que con su siguiente pareja será como yo quiero»
Detrás de la dependencia emocional, se encuentra una autoestima muy baja, llegando incluso hasta el propio desprecio y un gran patrón de inseguridad. Suelen ser personas con pocas habilidades de comunicación y resolución de conflictos, con mucha necesidad de agradar y con una sensación de vacío, que solo puede llenar otra persona.
¿Cómo saber si yo tengo dependencia emocional?
- Tiendo a elegir los deseos de la otra persona antes que los míos.
- Quiero que esa persona esté involucrada en todos mis planes o necesito saber su opinión ante cualquier situación.
- Solo me hace feliz estar con mi pareja y me da mucho miedo perderle.
- Sensación de culpa cuando no estamos de acuerdo en algo.
- Me estoy aislando de mi círculo social.
- Mi relación me hace sentir estar en una montaña rusa.
¿CÓMO PUEDE AYUDARME LA TERAPIA A SUPERAR MI DEPENDENCIA EMOCIONAL Y SALIR DE RELACIONES TÓXICAS?
Tomar conciencia y aceptarlo. Para empezar a cambiar, necesito saber hasta qué punto me he dejado a mí para centrarme en mi pareja, ver las consecuencias de la dependencia emocional y aceptar que no quiero seguir así.
Técnicas de control conductual. No volver a llamar a mi pareja a los pocos días arrepentida por la ansiedad de separación, gestión de emociones como la ansiedad o tristeza, mediante técnicas de autocontrol que rebajen la dependencia emocional.
Mejorar mi autoestima. Volver a recordar quien soy, que es lo bueno que hay en mí, porque tengo que dejar de verme cómo alguien inferior. Aprender a estar conmigo misma sin sentir miedo y sin volver a sentir dependencia emocional por alguien.
Buscar nuevas metas. Volver a reconstruir mi vida, abrir mi círculo social y mis posibilidades de ocio. Buscar en mi interior aquellos proyectos que me gustaría realizar, y que la dependencia emocional bloqueo.
Aprender a construir relaciones sanas. Basadas en la aceptación, amor y libertad, quitarme las creencias limitantes asociadas al amor romántico que no me dejan ser feliz ni tener relaciones sin dependencia emocional.
Dolor crónico
El dolor crónico se caracteriza por la alteración de las funciones básicas de la persona, generando un alto estrés emocional. Este estrés, además, puede intensificar esa vivencia de dolor, llevando a la persona que padece este dolor crónico a sufrir más ansiedad, ira o tristeza y evitar ciertas situaciones que le hacen sentirse menos útil y más aislado, como actividades que antes de que apareciese el dolor crónico hacían o situaciones sociales para no tener que justificar el dolor o sentirse una carga. Por tanto, se entra en un círculo vicioso, en el que solo se siente dolor y emociones desagradables que lo potencian.
El dolor crónico puede venir por numerosas enfermedades, algunas de las más destacables son:
- Enfermedades neurológicas: Esclerosis Lateral Amiotrófica, Esclerosis Múltiple, Demencias, Alzheimer, Parkinson, Disfunciones Neurológicas, Embolias (AVC), Distrofias Musculares…
- Enfermedades reumáticas: Artritis, Dolores Articulares Crónicos…
- Enfermedades globales: Fibromialgia, Síndrome de Hipersensibilidad Química, Síndrome de Fatiga Crónica, S.I.D.A, Cánceres…
- Enfermedades cardiovasculares.
- Enfermedades del sistema nervioso central-nerviosas: Depresiones Mayores, Depresiones endógenas, Trastornos Psicóticos, Trastornos Bipolares, Trastornos de Personalidad, Fatiga…
- Disfunciones metabólicas y otros: Problemas Digestivos, Colon Irritable, Dermatitis, Psoriasis, Asma, Ginecológicas, Problemas Oculares, diabetes…
Una de las creencias más extendidas es que el tratamiento correcto para el dolor crónico es el farmacológico, pero poco a poco la persona se va volviendo más tolerante y deja de generar alivio, a la vez que siguen los efectos secundarios. Esto puede llevar al paciente con dolor crónico a una sobremedicación y una mayor sensibilización del dolor, dado el afrontamiento pasivo.
A día de hoy, los tratamientos multidisciplinares son los que mejor funcionan, incluyendo fármacos, pero también modificando los hábitos de las personas con dolor crónico y ofreciendo un acompañamiento psicológico, que tenga en cuenta las fortalezas de la persona y las áreas significativas de su vida, que este influyendo en el mantenimiento del dolor crónico. Estos procesos de afrontamiento realizados en las intervenciones psicológicas hacen posible que los pacientes con dolor crónico desarrollen un estilo de afrontamiento abierto (aceptación de experimentar emociones y sensaciones relacionadas con el dolor sin evitar, juzgar o enredar el significado literal de los pensamientos), focalizando (en el momento presente) y compromiso (dirigir su comportamiento hacia metas valiosas). Este estilo de afrontamiento aumenta el repertorio de comportamientos, aprovecha los beneficios de las emergencias, ajusta las metas en función de las limitaciones y mantiene el bienestar que proviene de mantener una conexión con los valores y una vida significativa. A través de metáforas, paradojas, ejercicios experienciales, exposición a eventos privados, etc., los pacientes podrán emprender un camino desde la aceptación hasta el compromiso con una vida orientada a valores.
¿Cómo puede ayudarme la terapia psicológica a reducir el dolor crónico?
- Reducir el dolor crónico bajando el malestar emocional.
- A potenciar mis capacidades y recursos para minimizar el sufrimiento y paliar el impacto del dolor crónico.
- Generar un espacio donde procesar el estrés y malestar que está limitándome el dolor crónico en todas las áreas de mi vida.
- Promover el desarrollo de estrategias de afrontamiento positivo y la aceptación.
- Aumentar la comunicación emocional, para poder expresarme y pedir ayuda a mi círculo social cercano.
- Modificar los pensamientos negativos limitantes sobre el dolor crónico y sobre mí misma, y cambiarlos por otros más realistas y adaptativos.
- Aumentar mi autoestima, conocer mis fortalezas y cómo potenciarlas.
Además, en nuestro centro, podrás hacer un tratamiento multidisciplinar contra tu dolor crónico, pues contamos con un servicio de psiquiatría y nutrición, que puede ayudarte a llevar hábitos más saludables de alimentación y sueño, que podrían reducir aún más tu experiencia de dolor crónico.