El ser humano es un ser social y por tanto, una de sus necesidades básicas es la de afiliación. Necesitamos tener contacto, acompañar y sentirnos acompañados por aquellos que son importantes para nosotros. Desgraciadamente, tener contactos insuficientes, o que dichos contactos-interacciones sean dañinas va a repercutir de manera negativa en nuestro estado emocional directamente. Por ello, en este artículo explicaremos qué son las relaciones tóxicas, cuál es su origen, y te daremos tips y herramientas para crear relaciones más sanas y gratificantes. ¡Tu salud mental es lo primero para nosotras! Si te interesa, ¡continúa leyendo!

Antes de nada nos gustaría definir qué es una relación tóxica o dañina. Estas son, aquellas relaciones que están inmersas en dinámicas de manipulación o control. Aquellas en las que hay un claro desequilibrio entre los miembros, y las cuales generan daño psicológico en alguno o en ambos integrantes. Además, este tipo de relaciones no se dan solo a nivel de pareja, pueden manifestarse de diversas formas y existen con nuestros familiares, amigos o incluso en el trabajo. Un ejemplo que te puede permitir identificar si estás en una relación tóxica sería valorar si eres víctima de alguna de estas conductas:

  • La otra persona busca controlar lo que haces, dónde te encuentras y con quién te relacionas.
  • La otra persona es posesiva contigo y no respeta tu independencia, llegando incluso a molestarle y manifestarlo de manera directa o indirecta.
  • La otra persona muestra celos.
  • La otra persona te falta al respeto o te insulta.
  • La otra persona ejerce técnicas de manipulación (como la luz de gas) sobre tí.
  • La otra persona te limita y no te permite crecer.
  • La relación está cargada de conflictos, peleas, dudas e idas y venidas. Es decir, no es un espacio de tranquilidad y paz.

Al contrario, en una relación sana convivirías con:

  • Una persona que se interesa por tí genuinamente, sin tratar de controlar.
  • Una persona te da tu espacio y respeta tu independencia.
  • Una persona que confía en tí y en vuestra relación.
  • Una persona que te acepta, te valora y te cuida.
  • Una persona que valida tus emociones y trata de ayudarte o acompañarte en aquellas dificultades que puedas experimentar.
  • Una persona que te ayuda a avanzar.
  • Una persona que te transmite paz y tranquilidad.

Ahora bien, ¿cómo es posible que caiga en una relación tóxica? ¿De dónde vienen? Comprender el origen de las relaciones tóxicas es una fuente de información muy valiosa, pues puede ayudarnos a prevenir caer en una, así como  a mejorar ciertos factores que nos predisponen a las mismas y que, posteriormente, repercutirán en que nuestra futura relación sea más sana y satisfactoria. No obstante, el motivo real o principal por el cuál una persona se involucra en una relación tóxica es muy personal y está vinculado a la historia personal, familiar y de vida de cada persona, por ello, debería abordarse con un o una profesional de la psicología. 

Nos gustaría comentar aquellas fuentes de origen más comunes, y así fomentar la introspección y reflexión propia, puesto que nadie conoce mejor su historia que uno mismo. Por ello, los motivos más frecuentes para iniciarse en una relación tóxica son los siguientes:

  • Experiencias de relaciones pasadas: es decir, personas que en la infancia o en su juventud solo se han relacionado con otras que tenían conductas tóxicas y no han podido ejercer ni aprender conductas sanas o establecer límites. Tendiendo a repetir patrones erróneos en ocasiones futuras.
  • Tener baja autoestima: las personas con baja autoestima pueden iniciarse en una relación tóxica y no establecer límites por temor a no encontrar a otra persona, o a que su actual pareja les abandone. Incluso pueden llegar a pensar que no merecen nada mejor
  • Modelos relacionales tóxicos: cuando una persona ha estado expuesta a modelos de relación tóxicos en su familia o entorno cercano ha aprendido por observación a relacionarse de la misma manera, llegando a normalizar conductas dañinas y tendiendo a repetirlas en futuras ocasiones.
  • Falta de habilidades de comunicación: una comunicación problemática o incluso deficiente puede generar espacios de dudas o incertidumbre que la otra persona no sea capaz de gestionar de manera sana y utilice para calmar su malestar conductas tóxicas como el castigo o la revisión de móviles, entre otras.
  • No conocer los mitos del amor romántico: los mitos del amor romántico son ideas y creencias compartidas por  la sociedad y la cultura, las cuales son aceptadas como válidas, necesarias e incluso positivas, y que, causan un gran malestar emocional por estar desajustadas. Estas ideas son transmitidas de padres a hijos y replicadas en películas y series de televisión, lo que dificulta ser conscientes de las consecuencias tan negativas que generan y no permiten aprender a relacionarnos de manera más sana.

Mitos del amor romántico hay varios, pero aquí antes de continuar, nos gustaría desmantelarte algunos de ellos y ayudarte a crear relaciones más satisfactorias. Los más destacables serían:

  • Mito de la media naranja: pensar que sólo hay una única persona para cada uno de nosotros en el mundo puede generarnos mucha desesperanza y malestar tras una ruptura amorosa. A la par que nos hace ser muy exigentes y descartar a personas con las que podríamos haber tenido un vínculo satisfactorio sólo por “no complementarnos al cien por cien”. Sabiendo que, con la diversidad de experiencias personales que tenemos es imposible que cuadremos con alguien en todo.
  • Mito de la bondad y la importancia de los celos: este mito invita a creer que si tu pareja no tiene celos es que no te quiere. Esto es erróneo ya que los celos y la desconfianza son símbolo de que en la pareja no hay tranquilidad. Lo que nos indicaría que estamos ante una relación que no es del todo sana y donde hay cosas que solucionar. Asimismo, los celos mal gestionados pueden derivar en conductas de control muy peligrosas y limitantes hacia un miembro de la pareja.
  • Mito de: “el amor puede con todo”: este mito es especialmente dañino porque nos puede nublar la vista y hacernos creer que las manipulaciones psicológicas que sufrimos, el maltrato físico, los conflictos constantes, la distancia emocional de la otra persona hacia nuestros problemas y la invalidación son conductas solucionables, cuando realmente son conductas categorizadas como “banderas rojas” y que deben de alertarnos para abandonar esa relación. 

Existen otra gran cantidad de mitos del amor romántico pero eso nos daría para otro post. Por ello, ahora que conocemos qué es una relación tóxica y de dónde viene vamos a hablar sobre los cuatro pilares de las relaciones sanas y cómo trabajarlos y construirlos. Los pilares básicos de una relación sana son los siguientes: la no idealización, los límites, la gestión de conflictos y el mantenimiento de una vida equilibrada.  Ahora pasaremos a comentarlos de manera pausada cada uno:

En primer lugar, la no idealización. Es frecuente que, cuando estemos conociendo a alguien de cero, por la hormonas que segrega el cuerpo y por la ilusión que tenemos, rellenemos aquellas partes que no conozcamos con cosas que a nosotros nos gustaría que tuviese esa persona. Ahora bien, ¿cuál es la consecuencia de esto? la idealización del otro, y el enamoramiento de la persona que hemos construido más que de la propia persona real. Lo que deriva en sufrimiento tras descubrir que la persona no era “cómo pensábamos” (como habíamos imaginado) y romper la relación, tener conflictos o experimentar dificultades a la hora de aceptar la realidad y ajustarse como pareja. Ahora que conoces este proceso la clave está en que te permitas conocer despacio a esa persona y ver si te cuadra realmente. Poner freno a esa idealización que, aunque a corto plazo te produce placer e ilusión, a largo plazo supone para ambas partes malestar.

En segundo lugar tendríamos los límites. Para construir una pareja sana hay que establecer límites en aquello que nos daña y hacerlo de manera asertiva. Ahora bien, ¿qué ocurre en muchas parejas? que se establecen límites que se relacionan con el otro y con aquello que no nos gusta de él. Por ejemplo: una persona le pide a su pareja que no quede con un amigo en concreto. Por ello, para establecer un límite sano tenemos que tener en cuenta dos premisas:

  • ¿Esto me afecta o daña a mí o a mi relación? P ej., Opinión sobre mi cuerpo o evitación de conflictos. Si es que sí, podemos establecer el límite.
  • ¿Esto se relaciona más con la otra persona que conmigo? ¿Afecta a sus derechos o a su independencia? Si es que sí a ambas, no podemos establecer el límite P ej., no quedar con X amigos.

En tercer lugar tendríamos la gestión de conflictos. Muchas veces, como hay emociones intensas de por medio tendemos a comunicar nuestras necesidades o establecer límites desde la ira, en lugar de comunicarlos desde la asertividad. O desde la impulsividad y el estrés que cargamos cada uno a nuestras espaldas. Por ello, aquí te comentamos unos tips para gestionar conflictos de manera más sana:

  • Tomar perspectiva temporal: esto es, cuando ocurre algo que nos enfada, por ejemplo, que no recojan X cosa del hogar. Escribirlo en un papel antes de comunicarlo y dejar pasar 1-2 días. Si todavía eso nos sigue molestando o ha vuelto a ocurrir lo comunicamos, y como la emoción habrá disminuido es más fácil que seamos asertivos y lleguemos a acuerdos con nuestra pareja.
  • Citas de comunicación: planear una cita a la semana (por ejemplo, domingos por la noche) para hablar tranquilamente (con perspectiva temporal) de cosas que necesitamos, conflictos que han habido y posibles soluciones. De esta manera, evitamos que alguien se cargue cosas a la espalda y estalle de malas maneras afectando a ambos participantes de la relación.
  • Refuerzo: después de cada conversación incómoda o conflictiva, terminar diciendo una cosa que nos gusta del otro o de la relación, de este modo, cambiaremos un poco el foco y ayudará a retomar el contacto con la realidad de la relación y el compromiso que tenéis.

Por último tendríamos una vida equilibrada: esto es, que organices tu tiempo para repartirlo de manera “equitativa” entre los diferentes ámbitos de tu vida. Tu pareja, tus hobbies, tus amigas, tu familia, tu trabajo… Tener diversas fuentes de felicidad te permitirá:

  • Tener una vida más satisfactoria.
  • Tener más temas de conversación y más cosas que poder compartir con tu pareja.
  • Tener espacio de desahogo e individualidad.
  • Tener menos miedo a perder a tu pareja y evitar caer en una dependencia ya que tu felicidad no depende únicamente de ella sino de diversos factores que te ayudan a mantenerte a flote.

Estas serían las principales ventajas, entre otras muchas. Esperamos que con estos tips puedas empezar a tomar conciencia y crear una relación más sana y satisfactoria. De todos modos, si presentas alguna dificultad te recordamos que en Anabel Valencoso Psicología somos expertas en sexología y terapia de pareja, y estaremos encantadas de acompañarte en cualquiera de tus procesos. ¡Nos vemos en el siguiente post!