Las vacaciones son de los momentos más esperados del año, una oportunidad para abandonar por completo la rutina y dedicarse de lleno a cosas que a uno le hacen feliz: compartir  tiempo con personas especiales,  descansar,  descubrir lugares nuevos… No obstante, durante este tiempo es frecuente que surjan problemas o malentendidos que afecten a la relación de pareja y rompan ese aura idílica que generan las vacaciones. Por ello, en este post nos gustaría explorar cuáles son las dificultades más frecuentes y contarte cómo se pueden gestionar para hacer de tus vacaciones un momento memorable. Si estás interesado/a ¡quédate! 

Aunque cada pareja es un mundo, y cada relación otro, las dificultades más comunes que se suelen experimentar son: diferencias en las expectativas, dificultades económicas, falta de comunicación, falta de espacio personal, problemas de organización y presiones sociales. Si estás experimentando alguno de ellos, o por el contrario, te gustaría conocer cómo prevenirlos, continúa leyendo.

En primer lugar se encuentra la diferencia de expectativas. El trabajo ocupa la gran mayoría de nuestro tiempo y, una vez llegan las vacaciones cada persona prefiere invertirlo de una manera concreta que puede concordar o no, con la forma de relajarse o de divertirse de su pareja. Un miembro puede preferir pasar una semana en la playa y el otro viajar a europa, descubrir sitios nuevos, hacer rutas por la montaña… y para gestionar esto, el paso principal es abrir meses antes (es decir, en el momento de los preparativos) un diálogo abierto en el que cada uno de los miembros pueda exponer qué le gustaría, qué no, y por qué. Así como, qué presupuesto está dispuesto a invertir o puede utilizar. En este espacio de diálogo se recomienda hacer una lluvia de ideas de aquellas opciones que abarquen preferencias de ambos miembros de la pareja. Y, de no ser posible, buscar un equilibrio entre los días de vacaciones. Por ejemplo, los tres primeros días hacemos turismo de aventura (rutas, kayak…) y los tres últimos días turismo de playa (piscina, calas…). El objetivo es lograr una planificación donde todos estén agusto en la medida de lo posible y llegar a acuerdos.

En segundo lugar tendríamos los problemas financieros: las preocupaciones sobre los gastos pueden generar mucho agobio en una persona, haciendo que no disfruten por completo del periodo vacacional. Para ello, se recomienda tener una conversación donde se llegue a un acuerdo sobre qué cantidades de dinero puede invertir la pareja en alojamiento, comida, gasolina, vuelos, actividades, souvenirs… Otro punto interesante sería una vez se decida el destino de vacaciones, tratar de ahorrar una cierta cantidad al mes para poder darse caprichos durante el viaje o financiar ciertas partes del mismo, y así evitar gastos de golpe y preocupaciones. Esta problemática puede generar mucha tensión en la pareja, sobre todo, si entre ambos existe una gran diferencia económica. Por ello, en la planificación de las vacaciones debemos ser muy honestos, buscar destinos interesantes que se ajusten a nuestras posibilidades, e incluso, plantear opciones más económicas como lugares cercanos o donde conozcan a alguien y puedan quedarse en su casa, turismo rural… Y por supuesto, no cabe olvidar que el objetivo principal no es viajar lejos o de manera ostentosa sino, salir de la rutina y compartir tiempo de calidad juntos.

En tercer lugar encontramos la falta de comunicación: este es el problema más frecuente dentro del mundo amoroso, por ello, no sorprende que en vacaciones aparezca de nuevo. Como paso inicial para gestionarlo es, mantener un diálogo con nuestra pareja y entre los dos, ayudarnos a identificar aquellas fuentes de conflicto más habituales y buscar cómo se puede solventar (p ej., llegando a acuerdos, eliminando ciertas conductas o comentarios…). Y una vez comentados los conflictos habituales, se pasaría a revisar qué dificultades hemos tenido en vacaciones pasadas y cómo podríamos solventarlos si ocurriesen esta vez. Asimismo, sería interesante hablar de las necesidades y qué cosas son importante para cada uno en este periodo y escuchar del otro, para poder tenerlas en cuenta y propiciar que el tiempo juntos sea el más confortable posible. También, se recomienda hacer un pacto de, cuando ocurra algo que nos haga sentir mal o nos moleste, dedicar un momento al día (por ejemplo 15 minutos por la noche) a hablar de ello y buscar cómo solventarlo de cara al día siguiente (si es que en el momento no podemos hablarlo) y terminar diciéndonos una cosa positiva del día para cerrar la conversación con mejores sensaciones.

En cuarto lugar tendríamos la falta de espacio personal: esto ocurre a todas las edades, parejas que conviven juntas pero que mantienen espacios separados en el trabajo, con los diferentes grupos de amigos, con hobbies… puedan verse algo abrumadas de pasar ahora veinticuatro horas con la misma persona. Así como, también puede pasar en parejas jóvenes que tengas menos responsabilidades, más tiempo libre y tiendan a verse todos o casi todos los días y llegar a experimentar falta de temas de conversación, aburrimiento… Para solventar este problema debemos ser muy honestos con nuestra pareja y con cómo nos estamos sintiendo, así como, buscar que dentro del día a día cada uno tenga sus espacios de individualidad (p ej., leer, ir a la playa, al gimnasio, quedar con amigos…). Esto les permitirá oxigenarse, relajarse, ampliar temas de conversación y aumentar las ganas de compartir tiempo juntos. Un tip es hablar del tiempo de calidad, explicarle a nuestra pareja que aunque la amamos y queremos compartir nuestra vida con ella, a veces necesitamos un rato de desconcertar, de no estar pendiente de otros, de dedicar tiempo a los hobbies personales de cada uno. Y que lo que fortalece un vínculo no es pasar la mayor cantidad de tiempo posible, sino pasar tiempo de calidad, donde los dos se diviertan, se escuchen, hagan actividades agradables… Y que, para obtener esas ganas y ese tiempo de calidad necesitamos a veces estar solos un rato, al igual que ocurre con nuestra familia y nuestros amigos a los que amamos, pero no podríamos estar veinticuatros horas juntos durante mucho tiempo.

En quinto lugar nos encontraríamos con los problemas de organización: esta problemática es más común en parejas con hijos aunque puede darse en cualquier relación joven también. Esto suele ocurrir en dos circunstancias:

  • A) Cuando una parte de la pareja prefiere relajarse, dejar fluir las cosas e ir viendo qué os apetece hacer en cada momento y la otra prefiere tener planes estipulados y aprovechar el tiempo al máximo.
  • B) Cuando tenemos que gestionar el tiempo que dedicamos a la familia, al cuidado de los niños, las tareas de la casa, etc. ahora que ellos ya no tienen colegio.

Si tu caso es la situación A, un posible tip sería comunicar cómo te sientes con ese “fluir” de la otra persona, o por el contrario con esa “necesidad de organización”, estar abierto a escuchar las necesidades del otro y llegar a un acuerdo como: vamos a hacer una lista de actividades que nos apetezca hacer (parte organizadora cubierta) y el día o los dos días anteriores a quedar o vernos elegimos qué nos apetece hacer. Buscando ese punto medio y esta gestión.

Si tu caso es la situación B, otro posible tip es prevenir, es decir, sentarte con tu pareja un tiempo antes del verano (para no gestionar este tema desde la prisa y el agobio) y decidir qué tiempo puede dedicar cada uno a los niños, a dónde les vais a apuntar, quién va a cuidar de ellos cuando estéis trabajando, qué momentos les vais a dedicar a la familia de uno y del otro, etc. Esta charla nos va permitir gestionar de antemano posibles conflictos y fuentes estresoras. Además, tener un plan facilita la realización de todas aquellas cosas rutinarias que se nos olvidan, pasan por alto o descuidamos muchas veces. Definir cómo se va a gestionar esa nueva rutina para la familia en vacaciones va a permitir estar más tranquilos y dedicar tiempo a cosas que a todos os hagan felices, en lugar de ir con el piloto automático puesto.

En último lugar, las presiones sociales y las comparaciones: en verano, y más con las redes sociales, es normal compararse con los demás y sentirse triste o inferior por tener un verano más tranquilo, con menos planes o diferente al de otras personas. Lo que se llamaría hoy “menos romantizable” o “menos instagrameable”. Ante esto, recomendamos hacer un álbum de este verano donde poner fotos de momentos o planes especiales. O donde añadir por escrito las anécdotas o las cosas que nos han hecho feliz. Y de este modo, estar más conectados a nuestra propia vida, que es la real, que a las redes y a las fotos idílicas que postea la gente.

Dicho esto, ya has podido comprobar que, aunque el verano y las vacaciones son una época maravillosa, también está cargado de pequeñas circunstancias que nos pueden hacer disfrutar un poco menos de ella. Ahora que tienes la información, desde Anabel Valencoso Psicología te animamos a gestionar todas esas pequeñas cosas y disfrutar al cien por cien de tus merecidas vacaciones. Asimismo, si te surge cualquier problema o dificultad relacionada con ellas o con cualquier otro tema de relaciones, individual y/o psicológico-emocional que te cuesta procesar ¡No dudes en contactar con nosotras! Estaremos encantadas de acompañarte en todos tus procesos.